Una cultura de inclusión que nos enorgullece

Una cultura de inclusión que nos enorgullece

Todavía con el eco de los aplausos resonando en nuestras cabezas, es difícil no sentirse profundamente orgulloso de lo que vivimos en Gandía durante el congreso europeo “A Culture of Inclusion: Enriching Lives through Arts, Sports and Leisure”, organizado junto a EASPD. No solo por la magnitud del evento o por el nivel de los ponentes, sino por algo más profundo: el papel protagonista que jugaron nuestros chicos. Porque cuando se les da espacio, confianza y herramientas, no solo participan… brillan.

El congreso se celebró en Gandía, concretamente en el campus de la UPV, durante la tercera semana de mayo (15 y 16 de mayo). Recuerdo con emoción cada detalle que fue preparado con cuidado y sofisticación, como la lluvia nos amenazaba con refrescarnos la fiesta y cómo el equipo de la Fundación tenía unos cuantos planes B en la manga.

Ese congreso era un reto de escala: la primera vez que Espurna organizaba algo de un calibre internacional. Mas de 300 personas de toda Europa se citaron en Gandía con el mismo objetivo: crear comunidad y red.

Ser parte de una red como EASPD no es solo formar parte de una estructura europea de defensa de derechos y mejora de servicios. Es saberse acompañado, inspirado, escuchado. Es entender que lo que hacemos en nuestro día a día en la Fundación tiene sentido más allá de nuestro territorio. Que formamos parte de un movimiento amplio y comprometido por una Europa más inclusiva.

Durante el congreso no hablamos de diagnósticos ni de déficits. Hablamos de talento, de arte, de música, de deporte, de fuerza, de belleza. Hablamos de vida. Y pusimos el foco donde siempre debería estar: en las capacidades. En lo que cada persona puede aportar cuando se la reconoce desde lo que es, y no desde lo que le falta.

Y es ahí donde la cultura se convierte en una herramienta transformadora. No como actividad de ocio decorativa, sino como un motor de participación y pertenencia, como un lenguaje común que no discrimina, que no exige etiquetas, que no excluye. El arte, el deporte, la creación compartida… todo eso no es un añadido: es el camino.

Ver a nuestros chicos presentando talleres, guiando a los asistentes, compartiendo escenario con músicos, deportistas, artistas… fue una lección. Para todos. Y una confirmación de que vamos por buen camino: el de la inclusión real. No la teórica, no la declarativa. La que se toca, la que se vive. La que se baila, se canta, se corre, se pinta.

Todavía tengo los pelos de punta al recordar cómo sonaban los tambores de nuestra batucada, al ritmo y con una sonrisa de oreja a oreja.

Gracias a todas las personas que lo hicisteis posible. Y gracias, sobre todo, a quienes demostrasteis que la cultura, cuando se abre a todos, no solo enriquece… transforma.

Aún escucho en mi cabeza los aplausos y me siento muy orgulloso de lo que pasó en Gandía durante el congreso “A culture of Inclusion” que hicimos junto con una asociación   muy importante en la que están las empresas de Europa que dan apoyo a las personas con discapacidad. Esta asociación se llama EASPD.

No solo porque el congreso fue muy grande y las personas que hablaban allí eran muy importantes, sino porque nuestros chicos fueron los protagonistas. Porque cuando tienen un sitio, confianza y los apoyos necesarios, no solo participan, sino que destacan.

El congreso se celebró en Gandía, en el campus de la Universidad Politécnica de Valencia, los días 15 y 16 de mayo.

Me acuerdo de todos los detalles ya que fueron preparados con mucho cuidado y elegancia y como a lo mejor llovía, las personas de Espurna tenían varios planes por si eso pasaba.

Este congreso era un reto grande ya que era la primera vez que Espurna organizaba algo tan importante a nivel internacional. Más de 300 personas de toda Europa fueron a Gandía con la misma idea: formar equipo y comunicarnos compartiendo ideas y ayuda.

Ser parte de EASPD no es solo estar en un grupo grande de Europa que defiende los derechos y quiere mejorar las cosas. Es sentir que no estamos solos, es escuchar ideas y que escuchen las nuestras. Es entender que lo que hacemos cada día en la Fundación Espurna es muy importante tanto para nosotros como para personas de otros lugares. Que hay muchas personas que piensan como nosotros y quieren que Europa se comprometa y que todas las personas sean aceptadas sin importar las diferentes capacidades.

En el congreso no hablamos de opiniones de médicos ni de dificultades.  Hablamos del talento, de arte, de música, de deporte, de fuerza, de belleza.   Hablamos de vida. Y miramos justo donde siempre hay que mirar: en lo que cada persona sí es capaz de hacer. En lo que cada persona puede dar cuando nos fijamos en lo que sí tiene y no en lo que le falta.

Y ahí es cuando la cultura se vuelve muy importante para que haya cambios. No es solo para pasar el tiempo de una manera divertida, sino que es un impulso para que todos participemos y nos sintamos parte del grupo. Es una manera de comunicarnos que todos entendemos, que no hace diferencias con nadie y que no deja a nadie fuera. El arte, el deporte, crear cosas juntos… todo eso no es algo extra, sino es el camino que tenemos que seguir.

Ver a nuestros chicos dando talleres, ayudando a la gente, y compartiendo el escenario con músicos, deportistas y artistas…, nos enseñó muchas cosas. Y nos confirmó que estamos en el camino adecuado: trabajando porque todos estén incluidos sin importar las diferentes capacidades, que sea de verdad, no solo palabras. Una inclusión que se siente, que se vive de verdad. Que se baila, se canta, se corre, se pinta.

Todavía tengo los pelos de punta al recordar cómo sonaban los tambores de nuestra batucada, al ritmo y con muchas sonrisas.

Gracias a todas las personas que lo hicisteis posible. Y gracias sobre todo a quienes demostráis que la cultura, cuando es para todos, no solo mejora, sino que hace que las cosas cambien.



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