
12 diciembre 2024 GRACIAS POR TU LEGADO
Si tenemos que hablar de una persona que ha cambiado un montón de vidas a través del deporte del Rugby, no sólo en la fundación, sino en toda España, incluso fuera de ella, es sin duda nuestro mentor Simon (léase “Saimon” no Simón, por favor) quién después de buscar gente con diversidad funcional con quienes implementar aquel modelo que ya se estaba llevando a cabo con The Clan en Escocia y recibir gran cantidad de portazos, encontró en Espurna el aliado adecuado. Si no recuerdo mal, me comentaba que “los de Espurna” la única pregunta que hicieron al acabar su exposición sobre el proyecto fue: ¿Cuándo empezamos?
Impensable parecía en ese primer entreno, cómo siempre me ha gustado recordar, en un parque con un lago, donde más de un balón acabó, que la vida de tantos de los que allí estábamos fuera a cambiar para siempre. Hablo de algunos chavalillos que desconocían el deporte y que ha día de hoy han llegado a vestir la camiseta, nada más ni nada menos, que de la Selección Española de Rugby 7, disciplina olímpica en la actualidad Pero también hablo de un servidor, quien lleva ya más de 8 años trabajando en la Fundación e intentando seguir inculcando los valores base de aquel proyecto que comenzó, hace ya 10 años.
Me es complicado creer en eso que muchos llaman Karma o en aquello de que al que hace el bien le va bien. Y es que si he conocido a una persona es este mundo de la cual solo he visto emanar bien, ese ha sido Simon, ha sido mi entrenador en el Club de Rugby de Cullera, he recibido su “furia” en forma de reprimendas tan mala como, carretera te falta en Europa como vuelvas a fallar un placaje… seguido de su imborrable sonrisa. Me atrevo a decir imborrable, porque mis recuerdos a su lado siempre han sido con esa sonrisa, incluso estando en el principio de la enfermedad que le ha quitado la vida, porque como bien han explicado sus familiares y amigos más cercanos, las ganas de vivir no se las ha quitó, recuerdo un encuentro en la playa en el que le decía que me alegraba de verle tan… no sabía cómo acabar la frase y el con su humor característico la acabó por mi diciendo, tan poco jodido, no? Y soltó una carcajada.
Os quiero trasladar desde estas líneas muchas cosas sobre Simon, pero sinceramente, pensaba que me sería complicado y las palabras me salen solas, pues muchos recuerdos y anécdotas invaden mi memoria en este momento. Aquellos primeros entrenos en Gandia, con unos pocos facilitadores, recuerdo uno de ellos en el Polideportivo en el que solamente estábamos Guillermo Negre, Simon y yo, perdón si me dejo a alguien, con los chicos y chicas de la fundación, fue la primera vez que hicimos una ronda de placajes a un tubo grande de espuma, únicamente, porque aquellos jugadores insistían muchísimo en aprender a placar. Todavía no sabían lo duro que es placar o que te plaquen. Pero si algo hemos aprendido de Simon y de este proyecto, es que por fuerte que sea el placaje, bien en sentido literal o en sentido metafórico, si hablamos de los placajes que nos da la vida, es que siempre tendremos a nuestro equipo para protegernos, apoyarnos y ayudarnos a levantarnos.
No quiero extenderme mucho más, pues vivimos en una época de inmediatez y brevedad, en el que queremos las cosas para ayer, escuchar audios o ver videos en x1,5 ó x2 y, en esto de la lectura, todavía no existe la aceleración y no me gustaría que la gente no llegara al final de este texto en el que solo me queda decir GRACIAS SIMON, por cambiarme la ida a mí, personalmente y a tanta y tanta gente creando sonrisas con un balón en forma de melón.
Si hay alguien que ha cambiado muchas vidas a través del rugby, tanto en la Fundación como en toda España y más allá, es Simon (se pronuncia «Saimon», no «Simón»). Él fue el mentor que trajo un modelo de rugby inclusivo desde Escocia, donde ya funcionaba con The Clan, y buscó a personas con diversidad funcional para aplicarlo aquí. Después de recibir muchos «no», encontró en Espurna el aliado perfecto. La única pregunta que le hicieron después de presentar el proyecto fue: «¿Cuándo empezamos?».
El primer entrenamiento fue en un parque con un lago, donde más de un balón terminó en el agua. En ese momento nadie imaginaba cómo cambiarían tantas vidas. Algunos chicos que nunca habían jugado al rugby ahora han llegado a vestir la camiseta de la Selección Española de Rugby 7, una disciplina olímpica.
Simon también cambió mi vida. Llevo más de 8 años en la Fundación intentando transmitir los valores que él nos enseñó hace ya 10 años, cuando todo esto empezó. Simon no solo fue mi entrenador en el Club de Rugby de Cullera, también fue un ejemplo de bondad y ganas de vivir. Incluso al enfrentarse a la enfermedad que le quitó la vida, seguía mostrando su humor y su eterna sonrisa.
Recuerdo una vez que lo vi en la playa. Le dije que me alegraba de verle tan… y él, con su humor de siempre, terminó la frase: «¿Tan poco jodido, no?». Y ambos nos reímos.
Los primeros entrenamientos en Gandía también están muy presentes en mi memoria. Eran momentos sencillos, con pocos facilitadores. Recuerdo uno en el Polideportivo donde solo estábamos Guillermo Negre, Simon y yo, trabajando con los chicos y chicas de la Fundación. Aquella vez practicamos placajes con un tubo de espuma porque todos querían aprender a placar. No sabían aún lo duro que es un placaje, pero Simon nos enseñó algo más importante: en el rugby, como en la vida, siempre tienes a tu equipo para protegerte, apoyarte y ayudarte a levantarte después de cualquier caída.
No quiero alargarme mucho, porque vivimos en una época donde todo va rápido, pero quiero decir algo que no puede esperar:
GRACIAS, SIMON. Gracias por cambiar mi vida y la de tantas personas. Gracias por crear sonrisas con un balón ovalado y por recordarnos que los grandes placajes, en el rugby o en la vida, siempre se superan en equipo.